Pascasio Escribano

Este es el momento de introducir a una persona que habría de convertirse en habitual, a partir de ahora, en la historia de mi abuelo, y al que ya he citado en algún momento: Pascasio Escribano

En esa mezcla que crea la memoria con el paso del tiempo, a partir de recuerdos verdaderos, ensoñaciones o construcciones realizadas a partir de relatos escuchados a los mayores, siendo niña, conversaciones a media voz con su madre, y por el desgaste del paso de los años, acudía recurrentemente a la memoria de mi madre la existencia de un compañero con el que su padre convivía en los tiempos del exilio, en la ciudad de Marsella.

De este amigo, del que no conseguía recordar el nombre, sin embargo, sí sabía que era natural de Campo de Criptana. En esa historia, aparecen varios paisanos de aquél, de los que Encarna creía recordar que se dedicaban a la venta de muebles, que visitaban a su familiar en Marsella, y que a su vuelta, en ocasiones, traían noticias de Antonio a su esposa.

Al parecer, mientras que mi abuela Felisa, por diversas circunstancias, nunca viajó a Francia, la mujer de Pascasio si lo hizo, y se había reunió con su marido, llevando consigo a un hijo, que debía ser de la edad aproximada de mi madre, del que esta, también tenía notica.

Como vemos, existían muchos detalles que rodean a este compañero o amigo de Antonio, lo que hacía pensar en que esa amistad o persona debía ser importante en la vida de mi abuelo. Sin más datos, sin embargo, era imposible ir más allá. En ocasiones los recuerdos acuden a nuestra mente de forma inesperada. La cuestión del “amigo” empezó a aclararse una tarde que durante una charla con mi madre, en la que, ante mi insistencia sobre que intentara recordar algo relacionado con él, o de las personas que los visitaban en Toledo con noticias, de súbito nombró al compañero por su nombre en voz alta: ¡Pascasio! ¡Pascasio Escribano!

Aunque es ahora cuando estoy introduciendo en la historia la figura de Pascasio, como he dicho con anterioridad, la investigación es como el montaje de un puzle, en el que determinadas piezas sólo encajan cuando se ha conseguido encajar otras, y el discurrir de la investigación no coincide cronológicamente con los hechos que se investigan. En aquél momento, se habría una nueva y potencialmente importante vía de investigación, que desvelaba algunas nieblas, aunque estas se disipaban de forma extraordinariamente lenta, y todavía tardaría en tener una visión clara de la cuestión. 

Según los recuerdo, su madre, Felisa, en ocasiones, ofuscada con algún hombre por algún asunto exclamaba ¡…este Pascasio! En la era de las tecnologías de la información, lo más inmediato es la búsqueda sobre el nombre en “google”. Es un paso obligado, aunque no hay muchas esperanzas de que personas sin relevancia histórica alguna, generalmente pobras, hayan dejado algún rastro. En este caso, sin embargo, la suerte o las casualidades de la vida, se aliaron. Al escribir en el buscador el nombre Pascasio Escribano y la ciudad, Marsella,  apareció inmediatamente un nombre en la primera entrada, en la página de la Fundación Pablo Iglesias. No deben existir muchos Pascasios Escribano, y al abrirlo era evidente que se trataba de la persona que buscaba, y que revelaba, además,  algunos datos interesantes: en primer lugar su nombre completo, Pascasio Escribano Jiménez; su fecha de nacimiento y el lugar, 11 de septiembre de 1912 en Campo de Criptana; y su afiliación política a UGT y PSOE. Todos esos datos eran potenciales elementos para obtener otras informaciones sobre él, lo que al mismo tiempo me permitiría conocer más sobre mi abuelo. Si aparecía en esa página Pascasio, también podría aparecer mi abuelo en los listados de afiliados, aunque le idea que subyacía en la familia era que Antonio, tal vez era comunista, como más tarde se confirmaría.




Tirando del hilo de los nuevos datos, la red me proporcionó otro indicio. En una empresa en internet, que se dedica a proporcionar documentación sobre personas que aparecen en los diarios oficiales franceses, como son los datos de nacionalización (naturalisation en francés), apareció también el nombre de Pascasio, con la indicación de que se había nacionalizado francés en 1956, y añadía el Decreto que había recogido dicho acto, y el diario oficial en el que aparecía publicado. Buscando en dicha página los Escribanos que aparecían, localicé a un Santiago Escribano, nacionalizado en la misma fecha, con el mismo diario oficial y decreto, y nacido en Campo de Criptana, y con la edad que debía tener el hijo de Pascasio, con lo que quedaba claro que era el hijo de este, que también se había nacionalizado francés en la misma fecha.

Se abría la posibilidad de que existiera familia que todavía vivía en la zona. Me faltaba una dirección o dato para poder contactar con alguien de ellos, lo cual era muy importante para obtener información relevante sobre mi abuelo. Ante el inminente viaje a Marsella, durante las vacaciones del año 2015 (como conté más arriba, con nuestros amigos Daniel, Nathalie, y su familia), intenté buscar en las páginas amarillas francesas o en Facebook, alguna dirección, pero los “escribano” que aparecían en dicho listado eran muy numerosos, y en cualquier caso, no aparecía ningún Pascasio o Santiago Escribano. Remití, a la desesperada, algún mensaje a las cuentas de Facebook en las que aparecía el apellido, pero no tuve éxito.

Una nueva noticia de la familia procedió de la Asociación Genealógica de las Bocas del Ródano. Entre los múltiples correos que enviaban en esos días, a varias personas u organizaciones, les había dirigido un correo electrónico solicitándoles alguna posible información sobre mi abuelo Antonio. Localizaron algunos datos interesantes sobre él, como veremos más adelante, y en un intercambio de correos se me ocurrió contarles que me sería muy útil contactar con algún familiar de Pascasio Escribano. Inicialmente me respondieron con un listado de apellidos “Escribano”, junto a su dirección y teléfono para intentar contactar con ellos, pero lo más interesante es que me enviaron la partida de defunción de Pascasio, con datos, también,  muy relevantes.

En dicho documento se recogía que había fallecido en Marsella,  a los 76 años, y aparecían los nombres de su padre y de su madre,  el nombre de su esposa, con su verdadero apellido, y no el apellido del esposo, y el domicilio donde residían en el momento de su fallecimiento. Investigué este último dato con la esperanza de que en dicho domicilio todavía viviera alguien de la familia, aunque no tuve ningún resultado. Dejé pendiente este asunto para un próximo viaje a Marsella.

En otra página de internet obtuve el dato del fallecimiento de su esposa, en 2010, en la ciudad de Niza. Poco a poco se iba completando el árbol genealógico, pero seguía sin poder contactar con algún familiar.

En la investigación que realizaría en los archivos un poco más tarde, poco a poco se revelaría el extenso contacto que habían mantenido mi abuelo y Pascasio, incluso mucho antes de su llegada a Marsella, pues que  el nombre de ambos aparece en los mismos documentos, y en las mismas fechas.

Mientras tanto, seguía buscando la forma de contactar con alguno de los hijos de Pascasio. En relación a los Diarios Oficiales franceses, en internet puede accederse a varias informaciones, pero no permite, sin embargo, la consulta del apartado de los Decretos de Nacionalización, con lo que la única forma de consultar estos, por si los mismos arrojaban algún dato más,  era en alguna biblioteca o archivo que conservara las colecciones enteras en papel.

En febrero de 2016 viajamos a Perpignan para consultar los Archivos Departamentales, principalmente buscando el rastro de mi abuelo en los campos de concentración franceses. Aproveché para consultar los Diarios Oficiales y los decretos mencionados más arriba y, como esperaba, aparecieron nuevas informaciones. Aunque los contenidos de los decretos de la nacionalización de Pascasio, su esposa, y su hijo, no me proporcionaron más datos que ratificar el hecho de que todos ellos obtuvieron la nacionalización el mismo día, sin embargo, pude comprobar que en el mismo decreto, el mismo día, aparecía la nacionalización de un niño con el apellido Escribano y nacido en Marsella en 1953, que podía ser hijo de Pascasio, aunque sin confirmar, pero el hecho de que la nacionalización fuera en la misma fecha permitía dar una alta probabilidad a dicho hecho.

La búsqueda inmediata en la red arrojó un posible candidato en una página de localización de compañeros de estudios, en las que aparecía una persona con el mismo nombre, nacida en Marsella, y con la misma fecha de nacimiento que aparecía en el decreto de nacionalización. Él debía estar entre los chicos que aparecen en una fotografía de grupo. Se abría la posibilidad de intentar contactar mediante la mensajería de esta página, y de esta forma le envié un aviso en febrero de 2016, informándole de mi investigación y preguntándole si conocía o tenía alguna relación con Pascasio Escribano, aunque no obtuve ninguna respuesta.

Todos sabemos que en la red, y Facebook en concreto, sucede con mucha frecuencia que solicitan amistad o envían mensajes personas que no conocemos y/o con propósitos muy diversos, solicitudes que solemos eliminar sin revisar. La esperanza era que alguien leyera por casualidad el mensaje y le llamara la atención o le creara alguna inquietud. Mientras tanto, mandé varios mensajes a Escribanos residentes en Campo de Criptana, con la misma idea de que quedará allí algún familiar, aunque salvo en un caso, no tuvo ningún efecto, y en ese, la persona en concreto, muy amable, no tenía nada que ver ni conocía a algún Pascasio Escribano.  También localicé una página de Facebook de una persona en Marsella, que podía tener muchas posibilidades de ser el hijo de Pascasio, a la que envié algún mensaje, pero sin respuesta positiva.  Opté por revisar los amigos de Facebook del que creía que podía ser el hijo de Pascasio, y remitirles mensajes informándoles de mi investigación y solicitándoles que contactaran en mi nombre con él. Podía suceder que una vez creada la página de Facebook no hubiese entrado más en ella o que entrara muy poco. Seleccioné alguno de sus amigos y les envié el mensaje mencionado, en el mes de agosto de 2016, y otra vez me dispuse a esperar, aunque esta vez, a los pocos días, uno de sus contactos, respondió a mi demanda, y además me informaba que, aunque J.Escribano se encontraba de vacaciones en ese momento, había contactado con él informándole de mi solicitud y que le había dicho que cuando regresara de vacaciones contactaría conmigo. Y así fue, unos días después, José Escribano se puso en contacto conmigo y resultó que realmente era el hijo de Pascasio. Tras las lógicas precauciones y comprobaciones por su parte,  para asegurarse de mi identidad real, se mostró totalmente de acuerdo en informarme y ayudarme en mi investigación, como iré contando a su debido tiempo, aunque me advirtió que no me hiciera ilusiones, ya que los datos con los que él contaba eran muy limitados. Sin embargo, el hecho de que J.Escribano tuviera apenas dos años cuando murió Antonio, y que él lo recordara perfectamente, supone que en su familia se han transmitido y contado cosas de mi abuelo a lo largo de los años, o que tuvo cierta importancia en sus vidas.

Los pocos documentos que me remitió en esos momentos, sin embargo, me fueron de gran utilidad, principalmente un escrito mecanografiado que había redactado, al parecer el propio Pascasio, cuando estaba preparando la documentación para solicitar su pensión de jubilación, en octubre de 1966, y que recoge la historia de su vida “laboral” en el país vecino, desde su entrada en él como refugiado.

También me envió varias fotografías. Algunas de ellas instantáneas familiares que no son relevantes para esta investigación, y dos más, fotografías de grupos de personas, que José, no conocía. Aunque busqué en ambas, con la esperanza de encontrar en ellas el rostro de mi abuelo, no pude confirmarlo. La primera es una fotografía de estudio, en la que aparece un grupo de hombres, pero que, de momento, no me aportaba nada más. En la segunda fotografía, aparecía un paisaje de montaña, y tal vez la persona que aparece de pie, a la derecha, tocado con un sombrero, podría ser mi abuelo, aunque no puedo asegurarlo. En el centro del grupo, también de pie, aparece Pascasio Escribano, por lo que por primera vez pude ver su rostro. José no sabía decir si era un grupo de amigos de excursión, que es lo que parece, ni donde había sido tomada. Aunque en esos momentos no pude avanzar más con ella, más tarde, esta fotografía, resultó ser muy valiosa en términos de información. El paisaje me resultaba familiar, pero no pude avanzar más, y dejé el asunto en  espera.

  

A partir de un momento, el nombre de Pascasio Escribano aparece en los documentos franceses, asociado al de mi abuelo, prácticamente siempre, por lo que, en cierta manera, la historia de uno es la historia del otro, como iremos viendo más adelante