Versión de 08-11-2021
Toledo en la Guerra Civil
En 1936 la ciudad de Toledo debía rondar los 31.000 habitantes (el censo de 1930
señala una población de 26.907 habitantes, y el de 1940, 31.456). La población
se encontraba dividida en dos grupos: uno de ellos que ostentaba el poder, y
vinculado con el comercio, las instituciones civiles, eclesiásticas y militar,
habitantes principalmente del centro histórico, y otro los jornaleros,
habitantes de los barrios periféricos (Cerro Malagón, 2011:295). En este segundo grupo se encuadraba Antonio y su familia, y como hemos visto, su vida en la ciudad se desarrolló en el exterior de la muralla, al norte.
El golpe militar no fue secundado de inmediato en la ciudad. La academia de
infantería, se encontraba bajo mínimos en esos momentos, con gran
parte de los cadetes y mandos de vacaciones. el Coronel Moscardó, director de
la Escuela Central de Educción Física y Comandante Militar de Toledo, mostró,
en esos primeros instantes, una posición ambigua ante el gobierno, y no sacó
las tropas a la calle.
Con antelación al golpe, el gobierno había previsto un incidente de algún
tipo. Los puestos de la Guardia Civil de toda la provincia habían recibido
órdenes selladas para el caso de producirse una situación como la que ocurría
en esos momentos. Las órdenes, una vez abiertas, indicaban que los miembros de
ese cuerpo, debían concentrarse en las capitales de provincia, por lo que desde
el mismo momento del golpe los guardias empezaron a abandonar sus cuarteles y a
lo largo del día 19 empezaron a llegar al Alcázar. El mismo 18 de julio se
produjeron altercados en la plaza de Zocodover, y con un tiroteo, y el día 20,
el coronel Moscardó, que hasta ese momento no había dejado claras sus
intenciones, dejó de obedecer las órdenes de sus superiores.
En esos momentos, en el Alcázar se encontraban los cadetes que no se habían
ido de vacaciones, un número importante de guardias civiles que habían
ido llegando de toda la provincia, y algunos caviles que se encerraron
voluntariamente. Cuando el gobierno se interesó por obtener la
munición existente en la Fábrica de Armas, Moscardó se negó a entregarlas,
haciéndose evidente su adhesión al golpe. El día 21, a las 7 de la mañana, una
columna de cadetes y guardias civiles descendió desde la fortaleza hasta
la plaza de Zocodover, donde fue leída la declaración del estado de guerra por
el capitán Vela Hidalgo, e inmediatamente fueron detenidas algunas personas y
conducidas al Alcázar, como rehenes, que se unirían a los conductores y
personal de servicio que habían traído los guardias civiles desde sus
respectivos municipios.
Hay que situar aquí, probablemente, un episodio que narra mi madre,
Encarna, en referencia a su padre, y el intento de secuestrarlo. Antonio se
encontraba en su trabajo habitual, repartiendo leche. Debía pasar en esos
momentos por Zocodover, cuando intentaron capturarlo y llevarlo como rehén al
Alcázar, aunque pudo zafarse y escapar corriendo abandonando el burro y la
leche. Tal vez, los militares, sólo tuvieran intención de hacerse con el animal
y la leche que transportara.
El día 21, Moscardó ubicó una posición defensiva en el Hospital Tavera,
donde resistiría hasta el día siguiente que tuvo que replegarse ante el empuje
de la columna Riquelme. Ese mismo día se bombardeó por primera vez el
Alcázar.
Toda la ciudad quedó controlada por los leales a la República en la noche
del día 22. Todavía, el día 24, en una salida para capturar rehenes por parte
de los encerrados en la fortaleza, fue asesinado en el Calle de la Sierpe, el
concejal socialista Domingo Alonso (Cerro Malagón 2011:295).
Entre los militares y cadetes que permanecían en la fortaleza en esos momentos, los guardias civiles que llegaron desde fuera, y los voluntarios que se sumaron a la comitiva, el número de personas aproximadas que se encerró en la fortaleza, puede ascender a unos 1.100. La historia que sigue es bien conocida, ya que se inicia lo que todos conocimos como el "asedio del Alcázar". Los alzados, establecieron varios perímetros englobando algunas calles y edificios próximos al edificio central. Los republicanos establecieron toda una serie de barricadas y protecciones en las calles desde donde la fortaleza podía ser alcanzada o las zonas que quedaban a tiro desde la misma. Durante los siguientes dos meses, las tropas republicanas, o mejor dicho, un conglomerado de militares y milicianos, de muy diversa procedencia e ideología, intentaron acabar con los golpistas, sin conseguirlo.
Antonio tenía 26 años de edad, y acababa de casarse el 1 de abril de 1936, con Felisa, que en el momento del golpe se encontraba embarazada. Es difícil imaginar la situación de tensión para la joven pareja, recién casados, esperando un hijo, y que de la noche a la mañana, veían como se rompían todos sus sueños y esperanzas. No puedo decir si existía por parte de mi abuelo una posible movilización ideológica, es decir, que tuviera motivaciones políticas lo suficientemente intentas para luchar desde los primeros momentos en la guerra. Si existía, sin duda la situación para la pareja debió tornarse más delicada, entre ese impulso que podría haberlo lanzado a la lucha, y la situación de vulnerabilidad en que habría quedado su mujer. Aun no existiendo compromiso ideológico, la situación no era muy buena si la guerra se prolongaba, aunque parece que en esos primeros momentos todo el mundo daba por seguro que el golpe iba a ser vencido en poco tiempo.
En todo caso, el caos de los primeros momentos y la pérdida de control por parte del gobierno, podría situar a cualquiera, de uno u otro bando, o de ninguna, en edad de luchar, como sospechoso de simpatizar con el enemigo en caso de no manifestar claramente su afinidad, y eso sólo podría hacerse empuñando un arma, lo que incitaría a muchos a presentarse voluntarios.
Pronto empezó a existir carencia de alimentos, con lo que, al parecer, los milicianos se veían obligados a viajar a los municipios cercanos para obtener alimentos. "En ocasiones, grupos de milicianos viajaban a los pueblos a buscar patatas, embutidos, vino y otros recursos, siendo difícil para la población obtener productos básicos como el pan, la lecha, las legumbres, el jabón, etc. (Cerro Malagón 2011:296). Ante esta escasez de alimentos es posible que Antonio y Felisa siguieran trabajando en la vaquería, dadas precisamente las necesidades existentes, con el fin de contribuir al abastecimiento de leche.
Estos primeros momentos de la guerra civil se caracterizan por lo que se ha denominado "periodo de milicias". A pesar de que un importante número de unidades militares permanecieron fiel a la república, muchos de los mandos profesionales desertaron y otros estaban bajo sospecha. El vacío de poder generado, y el hecho de que en muchos municipios las fuerzas del orden hubieran abandonado sus puestos para agruparse en las cabezas de provincias, permitió que los partidos políticos y sindicatos organizaron grupos de voluntarios armados que adquirieron la denominación de milicias o columnas, con el fin de hacer frente a los golpistas. Estas milicias consistían en grupos de personas voluntarias, generalmente pertenecientes a partidos políticos, sindicatos o asociaciones. A estos grupos de civiles se unió un número pequeño, en comparación, de guardias civiles, guardias de asalto, carabineros y militares. La falta de confianza en estos últimos, y el sistema de toma de decisiones de las milicias, hizo que en muchos casos no se les considerara como mandos, sino, ocasionalmente, como asesores. En cierta manera, las milicias suplieron las pérdidas sufridas en el ejército leal a la república por las unidades militares alzadas, y tendrían un papel decisivo en los primeros momentos del conflicto. Como veremos más adelante, las propias características de las milicias, con falta de profesionalidad y organización militar, y un carácter anárquico y revolucionario, en algunos casos, hicieron que las milicias se vieran impotentes para detener el avance de un ejército profesional, bien armado y sujeto a la disciplina militar.
Hasta ahora no he podido determinar con certeza cuál es el momento en el que Antonio empieza a participar activamente en la guerra. Recuerdos de su hija lo sitúan haciendo guardia, durante un ataque de la aviación a la ciudad de Toledo, en los primeros momentos de la guerra, probablemente vigilando en el entorno de la entrada de la carretera de Madrid, próximo a la vaquería donde trabajaba. Es posible que Antonio, en esos momentos, siguiera cuidando de las vacas, al tiempo que colaboraba con los milicianos realizando tareas de vigilancia, en lugares próximos a su lugar de trabajo. Sin duda, la gran concentración de tropas suponía una gran demanda de productos alimenticios, en el contexto de un creciente desabastecimiento. La zona de acceso por la carretera de Madrid, y la carretera de Mocejón, donde probablemente se encontraba la granja, quedó rápidamente en manos de los republicanos, y por lo tanto, Antonio, defendiendo su trabajo, quedaría en ese bando, ya fuera por convicción, o por obligación.
He intentado buscar su rostro entre los milicianos que en esos primeros días asediaron la fortaleza. Aunque existe una importante cantidad de fotografías y películas, no he tenido éxito. Gran parte de las imágenes carecen de la resolución necesaria para poder identificar a alguien. En algunos casos creí ver un parecido, aunque nunca he podido asegurar que se trate de él. Hay que tener en cuenta que en las dos únicas fotografías que se han conservado de mi abuelo, él debía contar con alrededor de 40 años, por lo que es difícil saber cuánto pudo haber cambiado su rostro en 15 años.
Hasta una semana después del alzamiento no empezó a aclararse la situación. El 24 de julio se constituyó en Burgos, la Junta de Defensa Nacional, asumiendo, según manifestaban, poderes de estado. Ese mismo día se nombró como jefe del Ejército de Marruecos y del Sur a Francisco Franco, y a Emilio Mola, Jefe del Ejército del Norte. El mismo día 24 fue ocupada Sevilla por los rebeldes y, esa situación determinaría el desarrollo posterior de las operaciones, ya que la capital andaluza se convirtió en la cabeza de puente necesaria para permitir que Franco pudiera transportar su ejército a la península en un tiempo récord, cuando el mar en el estrecho estaba controlado por la marina republicana, lo que permitiría el avance del ejército hacia Madrid en un tiempo récord, a partir del día 2 de agosto.
Se empezó a hacer evidente, a pesar de la propaganda gubernamental sobre la rápida sofocación de la revuelta que, aunque el golpe no había triunfado, los golpistas contaban con una importante fuerza, y la guerra podía prolongarse un tiempo indeterminado.
Por parte de la República, el gobierno comprendió casi inmediatamente la poca eficacia de las milicias para hacer frente a un ejército profesional, perfectamente organizado, por lo que ya el día 1 de agosto, se aprobó un decreto con el objeto de paliar el efecto de la disolución de las unidades del ejército, creando una nueva organización de las fuerzas militares, para lo que se autorizaba la disposición de los créditos necesarios para atender las necesidades de las fuerzas. Entre alguna de las medidas de urgencia, el día 2 de agosto se crearon las unidades o batallones de voluntarios, reclutadas entre los milicianos, específicamente para formar unidades de combate regulares, mandadas por profesionales, aunque la organización definitiva se demoraría un poco más.
El avance de los sublevados era rápido e imparable. Apoyados en el este por la frontera de Portugal, en el que gobernaba el autoritario Salazar, partidario de los rebeldes, y por el oeste en el río Tajo, la "columna de la muerte", fue ascendiendo hacia el norte, viéndose las milicias impotentes para detener su avance. El 14 de agosto las tropas franquistas al mando de Yagüe asaltaron Badajoz, el 28 Calzada de Oropesa, y Oropesa, Torralba de Oropesa el 30; el 2 de septiembre Gamonal, y Calera y Chozas. El 3 de septiembre caía Talavera.
La pérdida de esta última ciudad, Talavera, provocó la caída del gobierno de José Giral, el 4 de septiembre, y el gobierno pasó a las manos de Francisco Largo Caballero. Los rebeles parecían imparables, y ya tenían casi a la vista Madrid. El 12 de setiembre cae Cazalegas, Santa Olalla el día 20, el 21 Maqueda y Alcabón. La ineficacia de las milicias hacía urgente la creación de una nueva estructura militar.
Cuando la dirección de la marcha parecía totalmente decidida, inesperadamente, la columna, que se encontraba a la altura de Maqueda, giró hacia el este para dirigirse a Toledo, momento en el que quedó sellado el destino de la ciudad. Hay que tener en cuenta que la distancia a Madrid desde Maqueda era de 75 kilómetros, mientras que la variación de la ruta suponía incrementar esa distancia en 35 kilómetros, con el consiguiente retardo en el avance hacia Madrid, que era el objetivo principal. Yagüe, que no estaba de acuerdo con el cambio de dirección, fue sustituido por Varela el día 22. Ese mismo día Asensio Torrado ocupó Val de Santo Domingo, y junto a Castejón, que había tomado Alcabón, alcanzaron Torrijos, también el 22, la Puebla de Montalbán el 24, y Camarena el 26.
Intentando ampliar la información sobre la familia de mi abuelo en su pueblo de nacimiento, Val de Santo Domingo, pudimos comprobar que, a pesar de que en ese momento ya se encontraba en vigor la Ley de la Memoria Histórica, y con un gobierno en el municipio socialista, en la plaza del pueblo todavía existe una cruz con una plaza en homenaje a José Antonio Primo de Rivera y a los caídos por el bando franquista. En muchas zonas rurales de nuestra geografía se siguen reproduciendo los poderes de antaño y es difícil, sin una política decidida, eliminar las huellas de la dictadura. En muchos lugares, todavía perduran los recuerdos, reales o infundidos, del odio a los rojos en base a los "asesinatos" producidos por estos durante la guerra civil. Aunque es imposible negar que durante los "momentos revolucionarios" se produjeron crímenes, en muchos casos, como se ha demostrado, no fueron tantos como se decía, o se exageraron para justificar los crímenes o ejecuciones llevadas a cabo por el bando sublevado. Los vencedores, tuvieron todo el tiempo que quisieron o necesitaron, par achacar cualquier crimen, real o imaginario, a los vencidos, y hasta finales de los años 60, se estuvo confeccionando la "causa general", que finalmente tuvo que ser abandonada sin conclusión alguna. Sabemos que, en estos primeros momentos del conflicto, los milicianos se retiraban continuamente sobrepasados, una y otra vez, por el poder organizativo y técnico del ejército rebelde. Muchos de ellos sabían, o escuchaban, de las atrocidades que los golpistas cometían en cada pueblo que iban tomando, o simplemente traían sed de venganza, tras haber visto morir a compañeros en el frente. Muchos inocentes, probablemente, también algún culpable, fueron ejecutados en ese contexto, hubieran cometido o no algún crimen. En muchos municipios, ante el avance de los rebeldes desde Sevilla, y la creciente inseguridad para las gentes de derechas, las autoridades locales les protegieron, en ocasiones encarcelándolas o recogiéndoles en determinados recintos bajo su control, donde ponerlos a salvo de los milicianos exaltados. Tiempo después, estas "detenciones", en muchos casos, como decía para proteger a algunas personas, serían utilizadas por los franquistas par justificar las ejecuciones de quienes las habían ordenado, aunque aquéllos no hubiera sufrido daño alguno, son el argumento, de que si no les mataron, es porque no les dio tiempo. Fuera como fuere, en ocasiones, las autoridades locales se vieron impotentes para detener a los milicianos, muchos de ellos forasteros que, como decía antes, por diversas causas, en muchos casos pudieron haber ejecutado a esas personas de derechas.
En nuestra visita a la pequeña aldea de Caudilla, lugar de procedencia de parte de la familia de mi abuelo, visitamos el cementerio con la esperanza de encontrar alguna sepultura familiar. El campo santo aparece totalmente vacío, y no pudimos ver nada, pero en la capilla del cementerio, en total abandono, pudimos acceder a un mausoleo existente en la parte posterior del altar. Allí, el abandono, y el olvido ha hecho su trabajo. Se trata del mausoleo particular de la familia "Ruíz", casualmente el mismo apellido de una de mis bisabuelas, natural de ese municipio. Allí están las tumbas de la familia, en el frente y uno de los laterales, algunas de ellas profanadas. Pueden verse los cadáveres en los ataúdes en una escena macabra. Las lápidas de la zona frontal, rezan así: "D. Claudio Ruíz Bajo, fue martirizado con sus tres hijos el 19 de septiembre de 1936 a los 60 años de edad"; "D. Salvador José Ruíz del Álamo, con la humildad de un martirio dio su sangre por nuestra santa cruzada el 19 de septiembre de 1936 a los 35 años de edad"; el tercer nicho tiene la lápida rota y aparece el ataúd a la vista, aunque puede leerse la lápida fragmentada, que dice "D. Alejandro Ruíz del Alamo, vertió su sangre en el martirio el 19 de septiembre de 1936 a los 21 años de edad", y el cuarto "D. Jesús Ruíz del Alamo abrazó gallardamente la palma del martirio el 19 de septiembre de 1936 a los 21 años de edad". Sin duda se trata de toda una familia, donde los miembros masculinos fueron masacrados.
Como hemos visto, Val de Santo Domingo, fue tomado por los rebeldes el 22 de septiembre, y muy probablemente, todos los varones de esta familia fueron ejecutados unos días antes, el 19 de septiembre, en el contexto que he mencionado más arriba, de la retirada de las milicias y el paso por el pueblo de estas, formadas por gentes que nada tenían que ver con el pueblo. No se trata aquí de justificar nada, sino de poner de relieve, la difícil realidad de los momentos en que se vivía, y que de alguna manera, los crímenes se dieron en los dos bandos, aunque es preciso tener cuenta, el hecho de que, mientras por un lado, los asesinatos fueron el resultado del descontrol político del gobierno, de acciones de exaltados, y concentrados mayoritariamente en esos primeros momentos de la guerra, en este caso, asociados a la retirada de las milicias de un frente, los crímenes que fueron perpetrados por el bando contrario, fueron sistemáticos, y se dieron, no sólo durante la guerra misma sino durante varios años posteriores a la misma.
En este sentido, no puedo admitir la reclamación de que la memoria histórica debe aplicarse por igual a los dos bandos, ya que uno de ellos se levantó en armas contra un gobierno legítimamente democrático, tuvieron tiempo, una vez terminado el conflicto, para achacar todos los crímenes del mundo a los vencidos, algunos probablemente ciertos, pero otros falsos; la violencia de uno, se llevó a cabo de forma sistemática y organizada, para sembrar el terror, de forma consciente; las venganzas personales, o de cualquier otro tipo se ejercieron durante años contra los vencidos y sus familias, y por último, mientras que los muertos del bando vencedor, mayoritariamente fueron rescatados, y enterrados por sus familiares, con los honores que consideraron, con su lápida, nombre y flores, cerca de 100.000 españoles republicanos continúan, hoy en día, más de ochenta años después de los sucesos, desaparecidos en cunetas, fosas, campos y pozos.
Los intentos por tomar la fortaleza toledana se multiplicaron. El 18 de septiembre, se hicieron volar unas minas, que habían sido colocadas después de muchos esfuerzos, mediante la construcción de un túnel. A pesar de todos los esfuerzos no se consiguió tomar la fortaleza. El 27 de septiembre, las tropas rebeldes al mando de Varela entraban en la ciudad, mientras que los republicanos abandonaban la misma, a la tarde, por el Puente de San Martín, y, aunque hubo algunos focos de resistencia aislados, el día 28 la ciudad estaba totalmente controlada por los golpistas.
Durante estos dos meses, quizá, Antonio, pudo compatibilizar su trabajo, y el cuidado y atención a su mujer, con la guerra, pero a finales de septiembre la embarazada se encontraba ya cumpliendo el quinto mes, con lo que la incertidumbre sobre qué hacer, si quedarse luchando o marchar y poner a salvo a la familia supondría un importante quebradero de cabeza.
Paulatinamente, el gobierno va a ir movilizando a los distintos reemplazos. El 29 de septiembre, dos días después de la caída de Toledo, se movilizaron todas las clases de individuos de tropas pertenecientes al cupo de filas de los reemplazos de 1932 y 1933, por lo que, si la guerra no terminaba pronto, era previsible que la movilización alcanzara a la quinta de Antonio, la de 1931, y si no estaba luchando ya, se viera obligado a hacerlo a partir de ese momento. Aunque de momento esto no sucedió.
Una vez que las tropas rebeldes ocuparon la ciudad, reanudaron su camino hacia Madrid. El frente quedó establecido con la línea del río Tajo. "En la capital, las tropas franquistas lograron asegurar el territorio comprendido entre el puente de Alcántara y el arroyo de la Rosa -la Guía, Cerro Cortado y los Alijares- y el entorno del puente de San Martín. Las posiciones republicanas se asentaron en las cotas más altas de los cigarrales -la Bastida, San Jerónimo, Cerro de los Palos, Pozuela y la Sisla- y en las situadas sobre la carretera de Ocaña (tejares de la Concepción y Atalaya de las Nieves)" (Cerro Malagón 2011:301)
Navahermosa
No conozco el momento
exacto en el que la familia salió de la ciudad, pero el 18 de enero Felisa dio
a luz a una niña en su pueblo natal, Navahermosa, y Antonio estaba presente, ya
que aparece en la partida de nacimiento como la persona que inscribió a su hija
en el registro civil.
La familia de mi
abuela Felisa, y ella misma; mis abuelos Braulio Corroto Pérez y Juliana
González Sánchez, proceden de ese municipio que se encuentra al suroeste de Toledo,
por lo que es normal que se dirigiera allí la pareja, en algún momento. Siempre
había pensado que debieron haber marchado unos días antes de la toma de la ciudad por los
rebeldes, tal vez cuando se tuvo la noticia de que la columna
fascista se había desviado de su objetivo hacia Madrid, dirección a Toledo, el
día 20 ó 21. Era normal que hubieran buscado para el parto la seguridad de una
zona relativamente alejada del frente, aunque en esos momentos, la dirección
que podía tomar el conflicto, era impredecible. Sin embargo, un día, mi madre
comentó un hecho que no había contado, o yo no había escuchado hasta ese
momento: sus padres, se escondieron en una alcantarilla mientras los moros
cruzaban por encima de ellos hacia la ciudad, con lo que de ser cierto el
relato, habrían esperado hasta el último momento y, después habrían tenido que
huir ocultándose.
Por otro lado, el
hecho de que se desplazaran al pueblo, ya sea antes de la llegada de los
franquistas, introduce algunas incertidumbres. Como sucedió con muchas otras
familias, podían haberse quedado en la ciudad. Si se fueron, en la situación de
mi abuela, fue, o porque no querían arriesgarse, debido a lo que probablemente
escuchaban de las represalias que tomaban en todos los pueblos que iban
tomando, o porque mi abuelo estaba comprometido o significado con el bando
republicano, y era probable que tomaran represalias con él y su familia.
En todo caso, ya
fuera unos días antes, o en el último momento, consiguieron salir y llegar al
pueblo, y serían testigos de la estabilización del frente, lo que daba cierta
seguridad a la familia en ese lugar a cincuenta kilómetros de la capital. El 18
de enero, a las 5 de la mañana, nació Encarnación Gómez Corroto, la hija de
Antonio y de Felisa, en su domicilio que, en ese momento, según se consigna en
la partida de nacimiento, se encontraba en las Cuatro Calles, aunque no sé si
era el domicilio propio o el de los padre, o una casa alquilada o cedida.
Felisa tenía en esos momentos 21 años, y Antonio 27 recién cumplidos, y la
profesión de jornalero.
En el libro de
familia de Antonio, que mencioné más arriba, el que se realizó en 1962, aparece
registrado el nacimiento de su hija Encarna, junto a una observación curiosa:
"La inscripción de este nacimiento adolece del defecto formal de haberse
autorizado por funcionarios incompetentes" . Esta misma inscripción
aparece en la partida de nacimiento solicitada por mi madre en el Ayuntamiento
de Navahermosa, el 28 de junio de 1963, probablemente para su matrimonio con mi
padre. Está claro que se está refiriendo a que dicha inscripción fue realizada
en Navahermosa, durante la guerra civil, y probablemente, en cuanto a
incompetentes se refiere a que se trata de autoridades republicanas.
Los desacuerdos entre
Largo Caballero y los comunistas, y el rechazo de la URSS a éste, provocarán
que, tras la caída de Málaga, en febrero de 1937, el presidente quedara en una
delicada situación.
Como hemos visto,
hasta ahora no existe un indicio claro de que Antonio estuviera participando o
no en la guerra. Una vez a salvo la familia en Navahermosa, desconozco si
participó de alguna manera en la lucha, o si se mantuvo con la familia. Su
quinta, la de 1931, todavía no había sido movilizada, por lo que, desde el
punto de vista legal, no tenía ninguna obligación. Su hija acababa de nacer,
con lo que era de suponer que, en caso de querer luchar, estaría presionado por
su familia para no hacerlo voluntariamente, si es que tenía esa inclinación,
primero durante los últimos meses del embarazo de su mujer, y posteriormente
con el nacimiento de la niña. De momento, parece que la familia estaba a salvo,
en un pueblo situado a unos cincuenta kilómetros del frente.
El frente sur del
tajo se había configurado al estabilizarse el frente con una línea de
separación que la constituía el río Tajo. Al norte quedaron los rebeldes, que
habían progresado e intentado la toma de Madrid a finales de 1936, aunque
habían fracasado, y al sur los republicanos. El frente alcanzaba una longitud
importante, y por lo que se refiere a la zona de Toledo, los republicanos se
habían atrincherado en los cerros próximos a la ciudad, desde donde hostigaban,
entre otros lugares, la fábrica de armas. Poco a poco, como sucede con muchos
frentes tranquilos, la tensión fue relajándose en vista de que los esfuerzos
bélicos del enemigo se habían dirigido hacia Madrid, y por lo tanto la zona
quedó relativamente tranquila.
En ese contexto se va
a producir un evento que, en alguna ocasión me hizo pensar en la posibilidad de
que fuera aquí cuando Antonio se enroló en la guerra, aunque hasta ahora no he
podido constatarlo. Más tarde, cuando conocí otros datos pude, hasta cierto
punto, desechar esta hipótesis, en favor de la movilización por su quinta. En
todo caso, en mayo de 1937, las fuerzas de Líster de la 11 división, actuaron
al sur del Tajo, muy cerca de Navahermosa, donde en esos momentos debía
encontrarse mi abuelo. Mi madre siempre había hablado de que mi abuelo iba con
Líster, y en cuanto a las batallas de que alguna vez había hablado, coincidía
con el recorrido militar de este mando y, todo eso, unido al hecho de que
sabía, o pensaba que mi abuelo había pasado a Francia con el ejército, daba
verosimilitud a esa posibilidad.
El 7 de mayo, las
fuerzas rebeldes, al mando del general Yagüe, iniciaron una operación para
aumentar las cabezas de puente de San Martín. Previamente, en la planificación,
no había sido autorizada por Franco, la misma operación en la del Puente de
Alcántara. El objetivo era alejar de la vista de la ciudad a los republicanos,
asentados en los cerros próximos, desde los que tenían visión directa de los
objetivos de la misma, por lo que podían hostigar y dirigir los bombardeos,
principalmente a la Fábrica de Armas, que veía así seriamente amenazada su
producción.
Cuando hablaba de la
relajación del frente, quiero decir que pudo incluso existir negligencia por
parte de los mandos. La resistencia ofrecida ante el ataque fue mínima, y los
defensores, al parecer sorprendidos, huyeron en desbandada, dejando el frente
desguarnecido y haciendo retroceder el mismo en unas pocas horas, en una
cantidad muy significativa de kilómetros. Los rebeldes, sin embargo, a pesar
del fácil avance, se ciñeron a los planes originales, y no avanzaron todo lo
que podían haberlo hecho, aunque puede que tampoco fueran conscientes del vacío
de defensores que se había creado. Al parecer, las evaluaciones por uno y otro
bando fueron bastante erróneas, y los republicanos interpretaron las
operaciones como un intento de rotura del frente, lo que les llevó a desplazar
a la zona, para taponar la grieta, a una de las unidades de mayor prestigio en
esos momentos, como era la 11 División al mando de Enrique Líster, que llegó a
la zona el día 11 de mayo.
Al parecer, dicha
unidad realizó reclutamientos entre campesinos de la zona, por lo que su
presencia en el lugar me hizo pensar, como comenté antes, en la posibilidad de
que fuera este el momento en el que Antonio se incorporó al ejército. La
sospecha de que era esta división con la que cruzó la frontera francesa en
febrero de 1939, se vería ratificada con el descubrimiento de un documento en
el que se anotaba el día exacto en el que Antonio pasó la misma, como veremos
más adelante, casualmente el mismo día que pasarían la frontera las fuerzas de
Líster, aunque tampoco podía, en esos momentos, descartarse otras unidades como
la 35 división, o incluso las Brigadas Internacionales. El caso es que el
evento de mayo en Toledo, me hacía inclinarme hacia esta posibilidad. Más
adelante, sin embargo, veremos que un evento posterior permite, sin obviar del
que estamos hablando en este momento del paso de la 11 División por Toledo en
mayo, que dos meses más tarde, Antonio terminaría, igualmente en la 11División
de Líster, y por lo tanto sin poder discriminar entre alguno de los dos, pero
sí permitiendo, con unto grado de probabilidad, establecer que hubiera sido
incluido en esta unidad, en la que permanecería hasta el final.
La contraofensiva de
Líster, con combates muy duros, en los que llegó a pelearse cuerpo a cuerpo por
conservar algunas de las posiciones, hizo retroceder el frente hacia posiciones
desde las que los republicanos seguían teniendo visión directa de la ciudad,
aunque el día 13 de mayo la ofensiva no pudo continuar debido a la falta de
combustible para los tanques, ya que, al parecer, los suministros habían sido
saboteados por el Jefe del Estado Mayor del Coronel Arturo Mena, ángel Lamas
Arroyo, un militar, en este momento en el bando republicano, pero que
terminaría pasándose al bando sublevado cuando tuvo la oportunidad. Una vez
detenidas las hostilidades, la línea del frente se estabilizó. Más tarde, en
septiembre se realizaría otro ataque rebelde con el fin de unir las cabezas de
puente de Alcántara y San Martín, que había quedado dividida debido a que los
republicanos conservaron el Palacio de la Sisla, y una mueva rectificación se
intentaría, más tarde, para tomar la atalaya de las Nieves, que fracasó.
Después, el frente ya no se movería hasta el final de la guerra.
Los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona, y la negativa de Largo Caballero (socialista, jefe del gobierno y ministro de guerra) de disolver el POUM, unida a la derrotas continuas del ejército, precipitaron su caída el 17 de mayo, y el nombramiento del también socialista, Juan Negrín, como jefe de gobierno. A pesar de su militancia socialista, tuvo siempre en contra a los comunistas, debido a sus preferencias por los anarquistas o por el POUM. Poco a poco, a pesar de que ni Largo Caballero, ni Juan Negrín eran comunistas, fueron imponiéndose las tesis de estos en relación a la dirección de la guerra y su preponderancia en los puestos de poder, potenciado por el hecho de que la Unión Soviética se había convertido en el primer suministrador de armamento y asesores militares de la República. En su caída, también influyeron sus desavenencias con Indalecio Prieto. Bajo el mandato de Juan Negrín, van a tener lugar las principales batallas de la guerra, y las que decantaron el signo final de la victoria.
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Bibliografía
Dorado Martín, F. 2011: Un barrio toledano en la Guerra Civil, Archivo Secreto 5:222-228
Espinosa, Francisco, 2007: La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz, Crítica, Barcelona
Lamas Arroyo, Ángel. 1972: Unos y Otros, Luis de Caralt Editor, Barcelona
Líster, Enrique. 2007: Nuestra Guerra. Memorias de un luchador, Silente
Quintanilla, Luis. 2015: Los rehenes del Alcázar de Toledo, Espuela de Plata,