Servicio militar y República

Versión de 02-11-2021

Al cumplir los 20 años llegó el momento de que Antonio se incorporara al servicio militar. La fecha "oficial" de su nacimiento, el 1 de enero de 1910, ubicaba a Antonio en la quinta de 1931, pero si se hubiera tenido en cuenta la fecha real, el 28 de diciembre, su quinta habría sido la de 1930, es decir, el año anterior. Se trata de un momento, sin duda, destacado en la vida de un joven de la época. Su vida, que en general se habría mantenido monótona, más en aquellos tiempos, en los que las personas apenas viajaban, y en un entorno geográfico muy limitado desde su nacimiento, de pronto va a experimentar un cambio importante. Sería la primera vez que se separara de su familia, que viajaría y conocería otras costumbres y a otras personas.

En esos momentos, sin embargo, a pesar de la novedad que podía representar, el servicio militar no era bien recibido en muchos lugares del país. La inestabilidad política y los antecedentes de guerras, como la reciente de Marruecos, que había provocado importantes conflictos sociales al llamar a filas a reservistas que tenían trabajo y familia, no debían ser muy alentadores. En el contexto de necesidad existente, además, las familias perdían a una parte importante de la fuerza de trabajo y por lo tanto de su sustento. A favor de su imagen tampoco jugaba el hecho de que,  a pesar de las reformas que se habían ido realizando, los más ricos podían evitar el servicio militar mediante el abono de una cantidad de dinero y, por lo tanto, eran en general los más pobres los que solían verse obligados a incorporarse al ejército.

El sistema de "quintas" había sido instaurado en España en el siglo XVIII, cuando se empezó a escoger mediante sorteo la quinta parte de los mozos en edad de realizar el servicio militar, que podía considerarse, además, como una quinta parte de la propiedad del rey, al mismo nivel que la quinta parte de lo que era descubierto o conquistado. 

Desde este momento el servicio militar fue paulatinamente evolucionando, pasando en un primer momento de voluntariado, en el que se suplían las deficiencias en las necesidades  mediante el sorteo de los mozos entre veinte y veintidós años, a la obligatoriedad del servicio militar para todos los españoles al cumplir los veinte años a partir de 1870, y tras el hiato de la I República, en la que el servicio volvió a ser voluntario y remunerado con una peseta, se volvería al servicio obligatorio, ya fuera al cumplir 19, ó 20 años, hasta 1912 (MOLINA LUQUE 1996:40).        

En 1912 se instauró la obligación del servicio militar, eliminándose la posibilidad de librarse del servicio abonando una cantidad de dinero en metálico, algo que perjudicaba claramente a las clases sociales más desfavorecidas, principal sector para alimentar al ejército en una época, además, donde los conflictos armados eran frecuentes, como el reciente de Marruecos, que propició, en este caso, la llamada a filas de 14.000 reservistas, con trabajo y familia. No era raro que, en estas circunstancias, se produjeran estallidos sociales en varias ciudades, en el momento en el que los reclutas tuvieron que partir hacia África, y que en lazaron con otros conflictos (Rivilla, 2014)

La Ley de 1912 estableció la duración total del servicio militar en 18 años, según establecía el artículo 204, distribuidos de la siguiente forma: 1º Recluta de Caja (plazo variable, desde el sorteo hasta el ingreso en el servicio activo), 2º Primera situación de servicio activo (tres años de instrucción en tiempos de paz), 3º Segunda situación de servicio activo (cinco años, con la obligación de nutrir los cuerpos y unidades armadas del ejército, en caso de movilización), 4º, Reserva (seis años), y 5º Reserva territorial (resto de los 18 años). 

Los reglamentos que se desarrollaron en los años siguientes, a pesar de mantener el tiempo global del servicio militar en 18 años, fueron paulatinamente reduciendo el servicio activo. Así, el Reglamento de reclutamiento y reemplazo de 1925, estableció la Primera situación de servicio activo, es decir el tiempo de instrucción militar, en dos años (Art. 18. Segundo), y el Real Decreto 1983 de 20 de agosto de 1930, redujo aún más el "Servicio en filas", ahora a 12 meses (Art. 2.2). Ahora, era obligatorio para todos los españoles, y en función del contingente anual de soldados útiles, se establecían dos tipos de cupos; el cupo de filas, que formarían parte de la plantilla del ejército, y  el cupo para instrucción, que únicamente recibirían la instrucción general, reducida a un plazo de tres meses.  

En 1930 fue publicado en la ciudad de Toledo el Edicto de Quintas, por el alcalde de la ciudad, Alfredo Van-Den-Brule Cabrero, indicando la obligación de los mozos que cumplieran 20 años de edad dentro de ese año, de solicitar su inclusión en las listas, lo que les llevaría a realizar el servicio militar el años siguiente, en 1931.

Como veremos más adelante, no parece que Antonio estuviera muy contento con ir al servicio militar, tal vez por alguno de los aspectos mencionados más arriba, o puede  que ya en esos momentos conociera a su futura esposa,  Felisa.

Desde la perspectiva de nuestro presente todo en la vida parece llevar hasta este momento, sin poder eludirlo. Sin embargo, a veces, parece que la suerte alcanza mucho más fuerza que en otras. El azar juega un papel importante en la historia, y en general, los hechos o sucedeos que acompañan a una persona a lo largo de la vida pueden suceder o no. Como no podemos controlar todos y cada uno de los aspectos de la vida, desde la perspectiva del tiempo, todos los hechos que conducen a un fin nos parecen inevitables, aunque sólo una pequeña variación puede ocasionar un futuro totalmente diferente. Algunos hechos, retrospectivamente, resaltan mucho, probablemente por ser aparentemente banales, y sin embargo, producir un terremoto en la vida de una persona, de forma que resulta imposible no pensar en “que hubiera pasado sí”.

No hay más remedio que recordar el momento en el que la abuela de Antonio inscribió en el registro civil al niño, como si hubiera nacido el día 1 de enero de 1910, en lugar del día real de nacimiento, el 28 de diciembre de 1909. Ese cambio desencadenaría una serie de alteraciones en el futuro de un alcance impredecible. De momento, determinó que la  quinta que le correspondía a Antonio para ir al servicio militar, fuera la de 1931, en lugar de la de 1930, lo que a su vez hizo que cambiara su destino en el servicio militar y, más tarde, cuando estalló la guerra, alteró el momento de ser movilizado, varió la unidad militar a la que sería asignado, y, en consecuencia, su recorrido vital por la guerra. En definitiva, la decisión de su abuela, cambió su destino.

El Archivo Municipal de Toledo custodia los documentos en referencia a los trámites que los Ayuntamientos estaban obligados a realizar para confeccionar las listas de los mozos que debían cumplir con el servicio militar, y que tenían entregar a las cajas de recluta. Tengo que agradecer al personal del mismo su interés y disposición para ayudarme a encontrar los documentos que necesitaba, lo que me han permitido reconstruir prácticamente todo el proceso. Un día, después de revisar cientos o miles de documentos, apareció el nombre de mi abuelo en uno de ellos. Creo que era la primera vez que veía su nombre escrito en un documento, y me emocioné. El actual archivo municipal de Toledo se encuentra en un edificio de nueva construcción, y muy funcional, adherido a la Iglesia de San Marcos. Anteriormente, el archivo había estado ubicado en uno de los torreones del Ayuntamiento de Toledo, pero el espacio era muy limitado y no reunía las condiciones de seguridad y funcionalidad que precisa un archivo moderno. La actividad en esta institución, que es dirigida por Mariano García Ruipérez, es frenética, y con un presupuesto mínimo, y poco personal, está consiguiendo unos resultados asombrosos, sobre todo en lo que tiene que ver en el ámbito de la difusión.

Por el contrario, su expediente militar, que hubiera servido para completar la historia de mi abuelo en este periodo, no ha aparecido en el Archivo Militar de Guadalajara, dónde teóricamente se custodian los expedientes individuales de los reclutas, lo que me ha ocasionado importantes problemas para conocer aspectos importantes de su destino en el ejército. 

El primer paso que debía realizar un joven al cumplir los 20 años, una vez publicado el edicto de quintas, era solicitar su inscripción en las listas del municipio de residencia, pasando a formar parte de los Reclutas de Caja. Inmediatamente después, si el mozo no había nacido en el lugar donde residía se solicitaba la documentación necesaria al municipio del que era natural.

En pleno torbellino de las elecciones municipales que llevarían a la proclamación de la república, encontramos a Antonio realizando los trámites para incorporarse al servicio militar, precisamente en un momento que, a pesar de las ilusiones que despertaba, el futuro claramente era incierto. 

Con las solicitudes de inscripción de los mozos, realizadas a lo largo del año 1930, se conformaban los listados correspondientes, uno con los mozos nacidos en Toledo, y otro con los forasteros. Estos listados debían de ser formados durante la primera quincena de Enero del año del reemplazo, recogiendo a todos los mozos que cumplirían 21 años de edad entre el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, inclusive, de ese año.

Para el caso de Antonio, natural de Val de Santo Domingo, aparece en la lista de los mozos nacidos fuera de Toledo. Curiosamente, entre todos los mozos listados en la página del libro en la que aparece mi abuelo, es el único que figura con una anotación indicando que la documentación ha sido solicitada a su pueblo de origen, pero no se ha recibido, por lo que aparece en el listado como no incluido. 

Siguiendo el reglamento, la lista confeccionada debía fijarse en los sitios públicos el día 15 de enero de 1931. Antonio aparece incluido en el caso 1º del artículo 96 del reglamento de reclutamiento. Inmediatamente después se remitió a cada uno de los mozos una papeleta citándolos un día y hora concreta para la “Clasificación y Declaración de Soldado”. Antonio fue citado para el día 15, tercer domingo de febrero, a las 8 de la mañana, en las casas consistoriales. Esta papeleta que se expedía por duplicado debía ser recogida y firmada por el interesado, su padre, madre o tutor. En el caso de mi abuelo, quien firma (probablemente el documento fue rellenado por el funcionario que actuaba) la recepción del documento, el 9 de febrero de 1931, es su madre, Encarnación Ruíz. Se puede observar que el domicilio familiar, en esos momentos, se encuentra en la Calle San Eugenio, nº 5. 

El 15 de febrero, en un acto público celebrado en el Ayuntamiento, al que asistieron el alcalde y los concejales, se leyó la lista de los mozos alistados definitivamente, se reconocieron la talla y la cinta métrica, se dio lectura al capítulo VIII del Reglamento y, a continuación, se llamó a los mozos practicándose la talla y el reconocimiento.



            En este punto hay que señalar una cuestión interesante. Cómo, la distancia o el tiempo pueden distorsionar la imagen de una persona en la mente de otra. Mi madre, que no pudo conocer a mi abuelo puesto que este debió marchar a la guerra cuando ella tenía pocos meses,  siempre había comentado que su padre era un hombre alto, probablemente por cómo lo imaginaba o lo veía en un par de fotografías que guardaba de él. La talla para el servicio militar proporcionó, sin embargo, el dato exacto, 1 metro y 65 centímetros, dentro de la media de aquélla época, pero no puede decirse que fuera un hombre alto. En su ficha, que aparece con el número 102, hay algún dato más que resaltar. Se consigna que sabe leer y escribir, que mide 1,65 metros, tiene un perímetro torácico de 87 centímetros, y es considerado útil para el servicio militar.


            Inmediatamente después de ser llamados y tallados, se les invitó a que expusieran algún motivo para ser excluidos del servicio militar. Es necesario poner de relieve aquí la actitud negativa hacia el servicio militar que relatábamos más arriba. La prueba de que Antonio no tenía ningún interés es que alegó un problema de salud, “que le faltaba un dedo”. En el mismo documento, sin embargo, se consigna que se le declara soldado útil para todo servicio y existe una anotación indicando que el interesado no estaba conforme, y por lo tanto reclamaba a la Junta de Clasificación.

            Debió de esperar cerca de dos meses para que se resolviera su caso. No sería hasta el día 22 de abril cuando se le citó, para que se presentara el 29 de abril siguiente, a las 9 de la mañana, al juicio de revisión, ante la Junta de Clasificación y Revisión en la Zona de Reclutamiento, situada en la Plaza del Conde nº 6.


            En todo caso, no era hasta septiembre cuando el Ministerio fijaba el efectivo total de mozos que iban a constituir el cupo total de filas y su distribución por Cajas de Recluta. Mediante un sorteo público, se atribuía un número a cada mozo del contingente anual, que establecía el número de orden, designando a los números más bajos para el Norte de África y Sahara, y el resto de números para la península e islas adyacentes. A continuación, el sorteo de las cajas, clasificaban por tallas, profesiones, y oficios, para su destino a cada cuerpo.




            Los del cupo de filas emprenderían la marcha, desde las Cajas hasta los cuerpos que se les hubiera designado, en los que debían encontrarse el 1º de Noviembre, la primera mitad de los que tuvieran que servir en África, y el primer tercio de los destinados a la Península y las islas adyacentes, y el 1º de febrero siguiente, la segunda mitad de los primeros y los dos últimos tercios de los segundos.

Durante el mes de ingreso y los dos meses siguientes, los mozos recibían la instrucción de recluta, pelotón y sección, recibiendo al final de la misma, el alta para el servicio. Entre mayo y septiembre, con la interrupción de los permisos del verano, los cuerpos se dedicaban a la instrucción de los cuadros y de las pequeñas unidades (compañía, batallón y unidades similares, y en septiembre y octubre, se realizaban las escuelas de práctica y maniobras.

Por su parte, los reclutas del cupo de instrucción, permanecían en sus casas hasta que se dispusiera su incorporación a filas, dándoles una instrucción elemental durante el plazo máximo de tres meses. La primera fracción del contingente se licenciaba a finales de Octubre, y la segunda a finales de Enero. Así pues, suponiendo que Antonio fuera encajado en el Cupo de filas, es probable que marchara a su destino hacia Noviembre de 1931, y se licenciaría en Octubre de 1932.

En el expediente correspondiente a 1931, no hay ningún dato más. Una vez enviada la documentación a la Caja de Recluta, el Ayuntamiento había cumplido su cometido. El destino final al que es enviado el nuevo recluta, es cosa ya del estamento militar. Sin embargo, unos meses después, intentando ampliar la información sobre la familia de Antonio, me encontraba buscando documentación en el Archivo Municipal de Toledo, sobre otros reemplazos, en los que pudieran aparecer alguno de los hermanos de Antonio, y entre los documentos del Expediente general y Correspondencia, de los años 1933-1932, apareció una carpeta denominada "Relación nominal de los individuos sujetos a servicio militar, pertenecientes a los reemplazos de los años 1915 a 1932, que han pasado la revista anual el año 1933 ente el Ayuntamiento de Toledo". Allí hay listados clasificados por años del reemplazo, y, en el de 1931 aparece Antonio, y a su lado, el destino donde debió realizar el servicio militar, "Comandancia de Sanidad Militar". En otro documento, contenido en el mismo expediente, aparece un domicilio distinto al que figuraba antes de realizar el servicio, ahora la familia vive en la Calle Cristo de la Luz 22. Un último documento en el Expediente de Servicio a Quintas de 1934, fechado el 10 de septiembre de 1934, 

incluye una relación de los individuos sujetos al servicio militar que tenían que pasar la revisión,  y aporta un dato más sobre la unidad militar a la que fue asignado Antonio. Varias personas, entre las que se encuentra Antonio, figuran habiendo realizado el servicio militar en la 1ª Comandancia de Sanidad Militar, lo que lo sitúa directamente en Madrid, probablemente en los antiguos cuarteles de Daoiz y Velarde, que se habían construido a partir de 1880 en los terrenos denominados "los Docks. En este lugar, donde se encontraba la intendencia, maestranza, y el parque de artillería de Madrid, se instaló, a partir de 1927,  la 1ª Comandancia de Tropas de Sanidad Militar. Estos Docks, se encontraban al sureste de la actual estación de ferrocarril de Atocha, entre la Avenida de la Ciudad de Barcelona, al norte, y las vías del ferrocarril, al sur. 

La realización de todos estos trámites, y mientras espera su suerte, le sitúa en la ciudad de Toledo en el momento de la proclamación de la II República Española. El Almirante Juan Bautista Aznar, que había sustituido al general Berenguer, dimitió el 14 de febrero de 1931, y planeó un programa de elecciones a lo largo de varios meses, que se iniciaría con municipales, el 12 de abril, seguidas por provinciales y, finalmente, a cortes. 

El domingo 12 de abril de 1931 se celebraron las elecciones municipales, que fueron ganadas por la candidatura republicano-socialista. La derrota monárquica se entendió como un plebiscito de forma que los vencedores solicitaron inmediatamente la abdicación del rey, con la intención de proclamar la II República. El día 13, el rey ordenó que se disolvieran las manifestaciones que se estaban produciendo espontáneamente en Madrid y, ante la negativa de los responsables del orden público, con el argumento de que las fuerzas no obedecerían, inmediatamente el monarca decidió abandonar España. 

En la madrugada del 14 de abril fue proclamada la república en Éibar, primer municipio en hacerlo; a la una y media de la tarde, Lluís Companys la proclamó en Barcelona, y una hora después, Francesc Maciá, proclamó el Estado Catalán, aunque un poco más tarde rectificaría, proclamando la República Catalana, como estado integrante de la Federación Ibérica. En Madrid, una manifestación con banderas republicanas se dirigió a la Puerta del Sol, y allí se presentó arte del comité revolucionario, y al entrar en el Ministerio de la Gobernación, la Guardia Civil, al mando del general Sanjurjo, se les cuadró. El comité revolucionario se declaró Gobierno Provisional, y a las 8 de la tarde, se nombró a Niceto Alcalá Zamora como presidente, justo a  la misma hora que el rey Alfonso XIII abandonaba el Palacio de Oriente, rumbo al exilio. 

En Toledo, los habitantes de los barrios periféricos, como San Antón, junto a la Estación, la Antequeruela, Covachuelas y Vega Baja, habían sido los que propiciaran la victoria republicana en las elecciones (Cerro Malagón 2011:295). 

El día 14 corrieron rumores de que se había proclamado la República, lo que lanzó a la gente a la calle en manifestación con banderas republicanas. Los concejales que habían sido elegidos el domingo se dirigieron al Ayuntamiento, donde José Ballester asumió los poderes municipales en presencia del anterior alcalde, el monárquico Van Den-Brule. Después de la reunión en el salón de sesiones, el gobierno municipal salió al balcón para hablar a la gran masa de toledanos que se había concentrado allí. 

Al día siguiente, el 15, se volvió a reproducir la manifestación en el Ayuntamiento, pro desde aquí, instados por los concejales, las masas se dirigieron al Alcázar, agregándose cada vez más gente por el camino. Los manifestantes se entrevistaron con el director de la academia militar, el señor Gámir, al que pidieron que les cediera la banda de música, a lo que accedió, y la manifestación salió de la instalación militar dirigiéndose a la plaza de Zocodover, donde al parecer se tocó "La Marsellesa", mientras la gente permanecía con la cabeza descubierta, y los militares en posición de firmes. Por la tarde la multitud se congregó en torno a la Casa de Corcho, en La Vega, donde varios políticos hablaron. La manifestación seguiría recorriendo las calles principales de la ciudad hasta altas horas de la madrugada.





En esos momentos, Europa empezaba a convulsionarse. Con el antecedente de Benito Mussolini en Italia, que accedió al poder en 1922, en lo que podríamos denominar una "revolución fascista", contra el socialismo y el comunismo, en Europa empezaban a configurarse las condiciones para el surgimiento de los fascismos. La crisis económica originada en Estado Unidos con el "crack de 1929", empezaba a sentirse en Europa, coincidiendo con un ambiente de escándalo por la corrupción política. Aunque la génesis del Partido Nazi la encontramos también en los años 20, con acciones violentas y configuración de una estética y acciones paramilitares, no fue hasta 1933, cuando Hitler accedió al poder en Alemania, al ser nombrado canciller por el presidente de la república. Mientras que en las elecciones de 1929 el Partido Nazi seguía siendo una organización muy minoritaria, en las de 1930, obtuvieron mejores resultados, al igual que los comunistas. Siguieron alternando acciones violentas, desfiles e interrupciones de mítines de la oposición, con la presentación a las elecciones. Una vez Hitler nombrado canciller, en pocos meses consiguió terminar con todos los partidos políticos, y en julio de 1933, el partido Nazi se erigió en el único partido político existente en Alemania. 

En España, inmediatamente después de la victoria del Frente Popular en las elecciones de abril de 1931, se produjeron toda una serie de reacciones y cambio de estrategia con el surgimiento de nuevos partidos de derecha y de extrema derecha, católicos, algunos totalitarios y fascistas. Todos ellos tenían en común su rechazo frontal a las decisiones tomadas en los primeros momentos por la república. Este es el caso, por ejemplo, de Acción Nacional, promovido por el cardenal Ángel Herrera Oria, con el objeto de defender la familia, el catolicismo y la propiedad privada. Este partido sería el germen de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que se creó en 1933. 

En junio de 1931, apenas un mes después de la proclamación de la República, correspondía que se celebraran elecciones a cortes constituyentes. La primera vuelta de las misas tuvo lugar en junio, aunque la segunda vuelta se fraccionó en varias elecciones que duraron hasta noviembre. Las elecciones fueron, finalmente, ganadas por una coalición de partidos republicanos y el Partido Socialista Obrero Español. 

El nuevo gobierno se dedicó a realizar toda una serie de reformas: en el ejército, reduciendo el número de militares, regulando el retiro de los oficiales, o sometiéndolo a las costumbres civiles; en el ámbito religioso se impulsó la separación entre iglesia y estado y se prohibió a las órdenes religiosas impartir enseñanza, y se estableció el divorcio; la reforma más importante fue la agraria, debido a la fuerza de dicho sector en la economía, aunque su complejidad y la falta de medios para llevarla a cabo, hizo que terminara fracasando; y por último, como elemento a reseñar más relevante, fue aprobado el Estatuto de Cataluña, en septiembre de 1932.

La inestabilidad política iba creciendo poco a poco. El 10 de agosto de 1932 se produjo un intento de golpes de estado en Sevilla, que triunfó inicialmente, llevado a cabo por el general José Sanjurjo, aunque fracasó en Madrid. El ejército se levantaba por primera vez contra la República, aunque finalmente el golpe fracasó, principalmente porque el gobierno tenía conocimiento de él, y tomó medidas que hizo que fracasara en la capital. 

Las reformas realizadas por ese primer gobierno republicano no contentaron a nadie. Desde posiciones anarquistas y campesinas se sucedieron las sublevaciones, como el caso de Casas Viejas, o Castilblanco, y desde el ámbito político, tanto desde la derecha, como desde la izquierda, las protestas eran continuas. 

La coalición republicana-socialista fue entrando poco a poco en crisis, lo que llevó al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, a convocar nuevas elecciones el 19 de noviembre de 1933. Tuvieron lugar las segundas elecciones generales de la república, con un nuevo sistema de voto, y fueron las primeras que las que las mujeres podían votar, gracias al artículo 36 de la Constitución de la Segunda República, que establecía que "los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes". Las elecciones, a dos vueltas, con listas abiertas, precisaban que en la primera se hubiera alcanzado un 8% de los votos, para poder participar en la segunda. Las coaliciones salían beneficiadas del nuevo sistema, y, de esta forma, los partidos de centro, derecha y monárquicos, que se habían presentado en diferentes coaliciones, vencieron en las elecciones. La derecha ganó al obtener 200 diputados, en centro y centro derecha lograron 179, y la izquierda, que se presentó divida, no llegó a los 100 diputados. 

La victoria en las elecciones del centro-derecha, y derecha, dio paso al periodo conocido como "bienio negro", con un intento de desmantelamiento de todas las medidas progresistas que habían sido aprobadas hasta entonces, que nos llevaría hasta las elecciones de 1936. Hasta octubre de 1934 se mantuvo en el gobierno el Partido Republicano Radical, aunque en ese tiempo hubo tres gobiernos diferentes, con un programa moderador de las reformas del bienio anterior, y apoyado por la CEDA, conservadora, católica y abiertamente antirrepublicana, de José María Gil Robles, aunque sin entrar en el gobierno. La CEDA tenía más diputados, 115, que el Partido Republicano Radical, que contaba con 102, y poco a poco fue consiguiendo que la política del gobierno virara hacia la derecha. La situación se fue enrareciendo por momentos. Por un lado, los socialistas y los republicanos de izquierdas consideraban el pacto de gobierno una traición a la República, y pidieron al presidente Alcalá Zamora que convocara nuevas elecciones, y por otra parte, los monárquicos y los carlistas, consideraban el apoyo de la CEDA a los republicanos, otra traición, e iniciaron contactos con la Italia fascista con el fin de hacerse con armas. Los distintos gobiernos radicales fueron debilitándose poco a poco, según se viraba cada vez más hacia la derecha, bajo la presión de la CEDA.

Durante ese tiempo se había paralizado la reforma agraria, la militar, las reformas educativas, se volvió a los acuerdos con la iglesia católica, y se produjeron enfrentamientos con los nacionalismos vasco y catalán.

En enero de 1933, Hitler consiguió acceder al poder en Alemania, y ese mismo año tuvo lugar en Núremberg el Congreso de la Victoria del Partido Nazi. Gil Robles había asistido a él, y desde ese momento empezaron a aparecer en su partido símbolos fascistas. Sendas concentraciones, en El Escorial, y en Covadonga, fueron demostraciones de fuerza en las que el dirigente de la CEDA fue aclamado al grito de ¡Jefe, jefe, jefe!, al más puro estilo Nazi. A partir de entonces, Gil Robles, fue incrementando la violencia verbal, declarando incluso su concepto totalitario del estado, mientras que las juventudes del partido realizaban demostraciones fascistas. 

En diciembre de 1933, después de varios días de huelga, el día de apertura de las cortes, el 8 de diciembre, se ordenó el cierre de los locales de la CGT, lo que desembocó en tiroteos y enfrentamientos armados en las calles, declarándose, el día 14, el Estado de Guerra, e interviniendo el ejército. En el intento revolucionario de implantar el comunismo libertario, se detuvieron a autoridades y quemaron iglesias. Aunque la insurrección se extendió a otras zonas próximas de Aragón, y hubo brotes en otras partes de España, terminaron siendo sofocadas por el ejército, y los principales dirigentes fueron detenidos. 

En octubre de 1934, la CEDA, retiró su apoyo al gobierno, y Alcalá Zamora pidió a Alejandro Lerroux que formara un  nuevo gobierno, y éste incluyó en el mismo a tres miembros de la CEDA. Los socialistas y los partidos de izquierdas consideraron que el presidente estaba entregando la República a sus enemigos. Los socialistas cambiaron entonces su estrategia parlamentaria, por la estrategia revolucionaria. La huelga fue seguida prácticamente en todas las ciudades, pero fracasó en el campo, y la insurrección armada fracasó en todos los lugares salvo en Asturias. El 6 de octubre, de forma independiente a la revolución obrera, Lluís Companys, proclamó, como había hecho en 1931, el Estado Catalán en la República Federal Española, invitando a que se formase un gobierno provisional de la República con sede en Barcelona, aunque finalmente, por falta de apoyos, y tras la intervención del ejército, el día 7, terminó la rebelión catalana. El Estatut fue suspendido, el ejército tomó el control del territorio, y la administración central recuperó todas las competencias transferidas. 

En 1935, un nuevo gobierno de Lerroux entregó cinco ministerios a la CEDA. Sin duda la medida más polémica fue la aprobación de una Ley de Contrarreforma Agraria, que terminó por deshacer todo lo que se había conseguido con anterioridad. 1935, también es el año del escándalo del "estraperlo", que afectó al Partido Radical, teniendo que dimitir varios miembros del gobierno, incluido Lerroux, lo que finalmente supuso la caída del gobierno a finales de año. 

Los alcaldes de la ciudad en época republicana habían sido, José Ballester, desde la proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, hasta que dimitió en septiembre de ese año; le siguió Justo Villareal Villarrubia, que dimitió en diciembre de 1932; le sustituyó Guillermo Perezagua Hererra, que permaneció en la alcaldía hasta octubre de 1934; le sucedió Justo García García, hasta febrero de 1936, y finalmente Guillermo Perezagua, hasta el estallido de la guerra.

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BIBLIOGRAFÍA

Cerro Malagón, Rafael del. 2011: Toledo 1936-1939. La ciudad en la Guerra Civil, Archivo Secreto 5: 294-320 (https://www.toledo.es/wp-content/uploads/2017/02/revista-archivo-secreto-5-parte-18.pdf)

Molina Luque J.F. 1996: Quintas y servicio militar: Aspectos sociológicos y antropológicos de la conscripción (Lleida, 1878-1960), Tesis doctoral, Universidad de Lleida. (http://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/8197/jfmolina_pt1.pdf?sequence=39)

Real Decreto de 19-01-1912, Articulado de la ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército conforme a la Ley de Bases de 29 -06-1911. GM 21, 21-01-1912 (https://drive.google.com/file/d/1owv3qO5KhW7-gvH8FMuSqQ6vqX0uyfXh/view?usp=sharing) 

Real Decreto 1983, de 20 de agosto de 1930. disponiendo que el reemplazo anual para el Ejército y la Infantería de Marina esté constituido en la forma que se indica, GM 233, de 21 de agosto de 1930 (https://drive.google.com/file/d/1RRHriCCGA2l6lA0q0GX0Q7BcSTzgeKCJ/view?usp=sharing)

Rivilla Marugán, G. et al. 2014: La teórica universalización del servicio militar, la Ley de 1912, en M.Fernandez Rodriguez,  et alii., coords. La guerra y el conflicto como elemento dinamizadores de la sociedad: instituciones, derecho y seguridad, pp. 9-78 (https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4958410.pdf)