Versión 31-10-2021
Antonio Gómez López nació un 28 de diciembre de 1909, en Val de Santo Domingo, un pueblo de la provincia de Toledo. Pobre, como la gran mayoría de la población rural española de aquella época. Hijo de un mulero, condenado de por vida, por tanto, al trabajo diario de sol a sol, doblando el espinazo, removiendo terrones que ya habían surcado su padre y sus abuelos, hasta el fin de sus días. Así eran aquellos tiempos; los hijos de los pobres heredaban la pobreza. Es curioso que hoy, en nuestro mundo actual, democrático, rico y moderno, la pobreza se siga heredando, como ha mostrado el último informe de Cáritas, del año 2016, de forma que ocho de cada diez niños pobres, lo serán de adultos.
El principio
del siglo XX fue, sin embargo, a pesar de su aspereza, un tiempo de grandes esperanzas, pero
que era necesario ganar. Pronto, sin embargo, como ha sucedido casi siempre que
los pueblos han intentado liberarse de la opresión, los
reaccionarios harían que las conquistas no pudieran lograrse y mantenerse.
Las ilusiones de mejorar serían rotas por las luchas de la que iban a salir
derrotadas, y los vencidos, heridos, en el cuerpo y el alma, serían lanzados
a un mundo que se estaba configurando para no darles respiro alguno durante
mucho tiempo. Les tocó vivir en una época difícil y dura.
Antonio vino al mundo en el momento justo en el que el campesinado español estaba al límite de su aguante. Inmerso en una precariedad crónica, desde el siglo anterior había empezado a despertarse una cierta conciencia de clase, y cada vez más, la mejora de sus condiciones de vida se estaba convirtiendo en una necesidad inaplazable. Se hacía evidente que era el momento de unir fuerzas y reclamar justicia.
Debido a lo poco dispuestos que suelen estar siempre los propietarios de los medios de producción a ceder derechos, apoyados por el poder, se estaban mezclando los ingredientes necesarios para que ocurriera eso que conocemos como una encrucijada, un cambio brusco o aceleración de la historia. Se avecinaban acontecimientos de los que cambian la vida de las personas para siempre, capaces de transformar su existencia definitivamente, sin posibilidad de elección.
El padre de
Antonio, Saturnino Gómez Rodríguez, también era natural del mismo municipio, y
su oficio era mulero. Su madre, Encarnación López Ruíz había nacido en una
minúscula población vecina, Caudilla, hoy un despoblado que en algún momento
contó con un gran castillo, ahora arruinado, que desde hace algunos años se ha
fusionado con Val de Santo Domingo en un único municipio. El resto de la
familia procedía también de esos dos núcleos urbanos. Los abuelos paternos,
Guillermo Gómez y María Rodríguez Cano, eran naturales de Val de Santo Domingo,
y los maternos, Timoteo López Sánchez y Juliana Ruíz Díaz, de Caudilla. En el
momento del nacimiento de Antonio, tanto los abuelos paternos como los maternos
residían en Val de Santo Domingo, los primeros en la Calle de la Hoya,
actualmente Doctor Fernández Ferrer, y los segundos en la Calle de las Huertas,
hoy Calle del General Primo de Rivera.
Hasta la fecha no o he conseguido acceder a más información familiar. Según el personal del ayuntamiento, los archivos de ese periodo no están clasificados, sino que se encuentran almacenados sin ningún tipo de orden en un almacén, y por lo tanto no son accesibles. En el momento que visitamos el municipio, con una Ley de Memoria Histórica en vigor, y con un gobierno socialista en el consistorio, todavía existía en la fachada de la iglesia de Santo Domingo de Silos, en un claro incumplimiento de la Ley, una placa que reza “Caídos por Dios y por España, José Antonio Primo de Rivera”, a la que seguía la lista los caídos del municipio por el bando rebelde.
Uno de los primeros pasos para arrancar la investigación fue solicitar la partida de nacimiento de mi abuelo al Ayuntamiento de Val de Santo Domingo-Caudilla, y en poco tiempo me la remitieron. El contenido de este documento ha resultado muy útil para reconstruir su vida desde sus primeros momentos, y contiene algunos datos que han resultado muy relevantes para comprender por qué su recorrido vital fue el que fue.
Al contrario de lo que he dicho más arriba, según aparece en la partida de nacimiento, Antonio nació el primero de enero de 1910, sin embargo, estoy convencido de que esa fecha es errónea. La persona que aparece como compareciente en el registro civil, para inscribirlo, fue su abuela materna Juliana Ruíz, el día 3 de enero de ese año. Según consta en dicho registro, la mujer se personó para inscribir el nacimiento de un niño, que nació en casa de los padres, el día primero del actual (1910), a las seis de la tarde. Con toda seguridad se trata de un error, no sé si intencionado o no. En los documentos sobre su reclutamiento de quintas esa es la fecha que aparece como de nacimiento de Antonio, y la que sirvió, cuando cumplió la edad para ser llamado a quintas. Está claro que una vez realizada la inscripción en el registro civil, o no se hizo, o no se pudo hacer nada por modificar el error. En el padrón municipal de 1935, en la ciudad de Toledo, sin embargo, se consigna como fecha de nacimiento el 28 de diciembre, lo cual es significativo. Además, al progresar la investigación, según empecé a recabar documentos procedentes de Francia, la fecha de nacimiento que aparecía en los mismos, era siempre el 28 de diciembre de 1909. Indudablemente, Antonio debía conocer su fecha de nacimiento, y por lo tanto sería la persona que rellenara los formularios o indicara a los franceses la fecha de nacimiento que debían consignar en los mismos. Mi idea es que su abuela materna, no sé si con el conocimiento o no de los padres, tuvo algún tipo de prejuicio en relación a declarar como fecha de nacimiento el día de los Santos Inocentes, y decidió inscribirle como si hubiera nacido el día 1 de enero. Es posible que la mujer saliera feliz del registro, una vez logrado su propósito, sin poder imaginarse las consecuencias que iba a tener dicha decisión. Tampoco puede descartarse que la mujer no recordara la fecha real de nacimiento, o se equivocara, ya que la edad que figura que tenía en el momento de realizar la inscripción era de setenta y cuatro años, una edad muy avanzada para aquella época.
Aspectos que parecen banales o anecdóticos pueden tener una gran trascendencia en la vida de las personas. No conocemos el futuro y, por lo tanto, fuera lo que fuera lo que ocurrió, o que impulsó a la mujer para cambiar la fecha de nacimiento de su nieto, seguro que lo hizo con toda su buena intención. Sin embargo, este cambio, como decía, determinará el futuro de Antonio. Parece que el azar empezó a jugar con la vida de Antonio, desde la cuna.
Otra
peculiaridad reseñable de la partida de nacimiento es el nombre con el que
aparece inscrito. Hasta el momento de iniciar las investigaciones sobre mi
abuelo su único nombre conocido, incluso por su hija, era Antonio. Según
cuenta, jamás había escuchado nombrarlo de otra manera, y, sin embargo, en
dicha partida aparece inscrito como Antonio Saturnino, nombre, este segundo, el de su padre, y que no volvió a aparecer en ningún otro documento, es decir, nunca lo volvió a
utilizar.
En el momento
de su nacimiento Antonio tenía dos hermanos mayores, Justo y Mariano, nacidos
ambos en 1906. Más tarde nacería Jesús, en 1910, y el último en nacer fue
Gervasio, en 1915.
En la actualidad, Val de Santo Domingo es un pequeño pueblo situado a 34 kilómetros al noroeste de la capital, Toledo, en la comarca de Torrijos que, junto a Caudilla, forma un municipio y cuentan con una población de 1046 habitantes (INE a 1 de enero de 2020). El nombre del municipio viene de una antigua ermita que estaba dedicada a Santo Domingo de Silos. En 1910, el municipios se encontraba en crecimiento, contando con una población de derecho de 2.019 habitantes, tendencia que se mantuvo en el censo de 1920, donde se llegó al máximo de la serie histórica entre 1857 y la actualidad, con 2.201 habitantes. A partir de ese momento, entre los censos de 1920 y 1930, sin embargo, la población del municipio entró en un descenso continuo, hasta llegar a los 1.046 habitantes actuales. Es relevante que, en este municipio, el inicio del descenso de la población se adelanta prácticamente 10 ó 15 años al descenso de la población que puede apreciarse en el resto de municipios de su entorno, y coincide con la emigración de la familia a la capital, probablemente en 1921.
La restauración
borbónica había puesto fin a la Primera República Española, que no llegó a
permanecer ni siquiera un año (11 de febrero de 1873 a 29 de diciembre de 1874). El pronunciamiento del general Martínez Campos
acabó con esta, y trajo de nuevo la monarquía con Alfonso XII, restaurándolo en
el trono de su madre, Isabel II, que había sido destronada a consecuencia de la
revolución de 1868. Alfonso XII murió en 1885, de tuberculosis, y desde el
momento del fallecimiento, será su esposa, María Cristina de Habsburgo-Lorena,
quien ejercerá la regencia, hasta el 17 de mayo de 1902 en que se declaró la
mayoría de edad de Alfonso XIII (con dieciséis años). Mientras tanto, se habían
perdido las últimas colonias del imperio español; Cuba y Filipinas, y en lo
político, el periodo, se había caracterizado por el “turnismo” entre los
gobiernos conservador y liberal, por medio de la manipulación electoral, en un
juego de apoyo mutuo entre la monarquía y determinados grupos políticos, que se
repartieron el poder hasta 1923.
A principios
del siglo XX la población española era eminentemente agrícola, pero lenta y
paulatinamente fueron produciéndose transformaciones que trajeron un cierto
crecimiento económico, aumentando el producto per cápita, y además fueron
adquiriendo importancia los sectores secundario y terciario. Igualmente, el
analfabetismo, aunque se mantuvo muy alto, iba reduciéndose. La escasa
industrialización o el analfabetismo son elementos que sin duda jugaron a
favor, en la provincia de Toledo, de la aceptación social del turnismo
político, lo que influyó en que el movimiento obrero fuera un fenómeno
relativamente tardío, en relación a otras regiones españolas, como Cataluña,
donde su origen hay que situarlo en le primera mitad del siglo XIX, y poco más
tarde en Madrid.
A pesar de
haberse producido ciertos avances, como puede ser la implantación de una red
ferroviaria, e indicios de una diversificación industrial, o la extensión al
campo de las relaciones capitalistas, con la introducción de fertilizantes y
planes hidráulicos, el mundo agrícola en este periodo seguía caracterizado
por grandes desigualdades sociales e inseguridad, con salarios que apenas
superaban las dos pesetas. Tres cuartas partes de la población española estaba
amenazada por la pobreza, lo que favoreció el surgimiento de frecuentes
conflictos con motines y alborotos (Casanova et al. 2012:28-32).
Desde 1874
empezaron a constituirse asociaciones obreras. A principios de siglo ya
existían varias sociedades obreras de resistencia (frente al capital) y de
socorro mutuo, en la provincia de Toledo. En 1902 se creó en Toledo el Centro
de Sociedades Obreras, que en 1904 agrupaba a 17 sociedades de resistencia,
ideológicamente de izquierdas, y para contrarrestarlo, el cardenal Sancha
intentó crear un Patronato o Protectorado de obreros, que pretendía aunar a
patronos y trabajadores católicos, pero que fue rechazado mayoritariamente por
los obreros. En 1904 el movimiento obrero despegó definitivamente en la provincia
de Toledo (Sánchez, 1982), cuando desde el mes de febrero ocurren un
importante número de huelgas campesinas en zonas de tradición cerealista cuya
causa principal era la pobreza o miseria (crisis de subsistencia), en el caldo
de cultivo de unos años de crisis económica, descenso de la producción y subida
de precios, unido a la creciente conciencia de su precariedad, y el
asociacionismo como medio de lucha colectiva (Sánchez 1981).
En 1910, dos tercios de la población activa se encontraba empleada en la agricultura, siendo el cultivo prioritario el secano, y primaban los métodos tradicionales de cultivo. Durante la primera guerra mundial, la situación se mantuvo aceptable, debido a que la neutralidad de España permitió incrementar notablemente sus exportaciones, situación que cambió al finalizar la misma, con la pérdida de los mercados y la necesidad de centrarse en el mercado interior, lo que provocó un importante aumento de los precios.
Entre 1910 y
1930, el aumento de la productividad creció enormemente debido al aumento de la
producción y a la disminución de la mano de obra. El número de trabajadores
necesarios en el campo, sobre todo en el trabajo de recogida de cereales como
braceros, se vio afectado por la mecanización incipiente. Varios factores van a
conducir directamente hacia una crisis agraria: el proteccionismo para proteger
los productos propios de la pérdida de mercados y la competencia externa, la
introducción de fertilizantes, el aumento de la superficie de cultivo, unido
todo ello al aumento de la demanda de trigo en las zonas urbanas, por el
crecimiento de estas, o el impacto de la filoxera y la reducción consecuente de
las hectáreas de viñedos (Simpson 2001).
Hasta esos momentos de principios del siglo
XX, la migración del campo a las ciudades había sido muy limitada, pero a partir de
esa fecha las cosas empezaron a cambiar. Puede decirse que el movimiento obrero
había alcanzado su mayoría de edad, y por lo tanto, dada la situación de precariedad del campesinado, volverá a surgir una
importante conflictividad social, materializada en huelgas, y en los momentos
de mayor alza de los precios, en motines. Como consecuencia de la situación en
el campo se va a producir un aumento de la migración de las áreas rurales hacia
las grandes ciudades, y en nuestra área será Madrid la gran receptora de
inmigrantes, aunque el resto de las capitales de provincia también tendrán
importantes aportes de migrantes.
En este ambiente nació Antonio, y se desarrolló su vida durante la infancia, hasta los 11 años, cuando la familia se traslada a Toledo. Si hacemos caso
al censo de Toledo del año 1935, la familia de Antonio, al completo, se trasladó
a la capital en 1921, sin que hasta el momento haya conseguido averiguar la
causa por la que toman esta decisión, ya que justo en ese momento Val de Santo Domingo se encontraba en el
máximo de población, probablemente debido a alguna fuente de trabajo capaz de
atraer a ese número de personas. La emigración de la familia a la capital
coincide con el momento en el que se inicia el declive en la población del
municipio, por lo que puede, o debe haber una causa concreta que no se ha
podido determinar. Sin duda, para que toda la familia abandonara el pueblo
debió existir una causa que lo justificara. Nadie marcha a la aventura y deja
su pueblo, si no tiene una fuerte motivación. Puede estar relacionado con una
caída en los puestos de trabajo, tal vez debido a la filoxera. O quizá pudo haber
sucedido algún incidente que provocara la marcha, la búsqueda de nuevas
oportunidades en la capital de la provincia, o un poco de todo. Es
representativo que, de los municipios de la comarca de Torrijos, Val de Santo
Domingo es el que más población pierde entre los censos de 1920 y 1930,
mientras que en el resto de municipios el descenso de población se produce
entre los censos de 1930 y 1940, sin duda en relación con la guerra civil.
Bibliografía
Casanova, Julián y Gil Andrés, Carlos. 2012: Breve historia de España en el siglo XX, Ariel, Barcelona
Fuentes Pérez, Patrocinio. 2008: Val de Santo Domingo y Caudilla, Diputación Provincial de Toledo
Romero Salvadó, Francisco J. 2002: España: 1914-1918. Entre la guerra y la revolución, Crítica, Barcelona
Sánchez Sánchez, Juan 1981: Agitaciones campesinas y movimiento obrero en Toledo en 1904: Manuel Puñal un revolucionario de Villamiel, Almud Historia, 5:113-148
Sánchez Sánchez, Juan. 1982: Los orígenes del sindicalismo católico en Toledo: el proyecto de "protectorado obrero" de 1904, Anales Toledanos, 15: 243-280
Simpson, James. 2001: “La crisis agraria de finales del siglo XIX, una reconsideración”, en Sudriá, C. y Tirado, D.A. eds. Peseta y Protección. Comercio Exterior y Crecimiento Económico en la España de la Restauración, pp. 99- 118, Ediciones de la Universidad de Barcelona, Barcelona (http://e-archivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/798/simpon-crisis-agraria-SXIX.pdf?sequence=1)
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